No es un secreto que paso la mayor parte de mi tiempo frente a una computadora, ya sea en diferentes lugares, como la escuela, el trabajo o mi cueva. Pareciera que no, pero resulta un tanto tedioso y desgastante estar revisando que plugin de Neovim o que función de zsh tengo en cada entorno. Con esto en mente recordé que soy un vago y decidí tomar la decisión de automatizar dicho proceso de una mejor manera.
Desde siempre, hemos querido conquistar el vasto mundo digital con confianza y seguridad. Como es bien sabido, en el mundo cibernético enfrentamos el desafío de proteger nuestras vidas digitales de miradas indiscretas y manos traviesas. Las contraseñas débiles y olvidadas han sido nuestros mayores debilidades, pero eso cambia hoy.
Hace cerca de 6 meses que comencé con este pequeño proyecto, y aunque en ocasiones me es un poco difícil encontrar el tiempo para escribir, me he dado cuenta que es algo que me gusta hacer, y que me gustaría seguir haciendo por mucho tiempo.
Hace aproximadamente un año, el mundo de la inteligencia artificial experimentó una revolución sin precedentes. Este fenómeno marcó un antes y un después en la forma en que interactuamos con la tecnología. En el epicentro de esta transformación se encontraba GPT-3, una asombrosa creación que desencadenó el boom de la inteligencia artificial, que desde La Cueva del NeanderTech consideramos como El Big Bang de la IA (al menos en cuanto a popularidad se refiere).
En la constante evolución del mundo tecnológico, la eterna disputa entre la Interfaz Gráfica de Usuario (GUI) y la Interfaz de Línea de Comandos (CLI) es una de las más antiguas y menos conocidas. En este artículo, intentaré explicar mi punto de vista sobre esta batalla y por qué creo que la CLI es superior a la GUI. Intentaré ser lo más objetivo posible, pero no prometo nada. Cada enfoque tiene sus defensores apasionados, argumentando fervientemente sobre las ventajas de su método preferido.